Utilizas tus recursos personales cuando quieres lograr algo, pero también los «empeñas» cuando necesitas los recursos de otras personas…
Estarás conmigo de acuerdo en que cada vez que trabajas, te reúnes con un amigo o descansas, estás empleando tus recursos de tiempo, dinero, pensamientos, emociones, etc., a cambio de los cuales esperas conseguir una satisfacción concreta, ya sea monetaria, sensitiva, psíquica, o todo a la vez. No importa lo que motivó tu decisión o tu impulso a actuar, lo que cuenta al final es si compensa lo que lograste con lo que pusiste, si recibiste más que entregaste, si la operación, en definitiva, fue rentable o no. En todo caso, mientras uses tus propios recursos, si fracasas sólo te respondes a ti, pero, ¿Y si utilizas recursos prestados? Por ejemplo: ¡Confía en mí, ya verás como merece la pena!… Estás empeñando -hipotecando- tu credibilidad, y tendrás que colmar bien esa expectativa con un resultado aceptable, o difícilmente encontrarás de nuevo el apoyo que necesites. Claro que si solucionas lo pretendido ganarás puntos que aumentarán tu saldo personal, y eso te dará cierta tranquilidad. ¿No te parece interesante pensar que todos somos banqueros de nuestros propios recursos, y los prestamos o empeñamos esperando a cambio mayor satisfacción? Una visión más amplia de este concepto lo ofrece James C. Hunter en su libro «La Paradoja» -pg.129- (Edi. Urano 1999), parafraseando a Stephen Covey (Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva) en el «estado de nuestras cuentas bancarias de relaciones», un referente de ingresos y reintegros emocionales apuntados en nuestro libro vital según nuestro comportamiento con los demás.
¿Y tú, qué tal llevas tus hipotecas?¿Es tu vida rentable?
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